La evaluación es un acto pedagógico, ya que fomenta la participación activa tanto del docente como del estudiante. Involucra la comprensión de los factores dentro del aprendizaje como el análisis del contexto, la valoración de los materiales, las estrategias metodológicas y de la relación entre los actores educativos. De esta manera, se fortalece el enfoque formativo de la evaluación, orientado a guiar, retroalimentar y acompañar los procesos educativos, en lugar de limitarse a dar solo resultados.
“La Evaluación de la educación superior es un proceso continuo, integral y participativo, que permite identificar una problemática, analizarla y explicarla mediante información relevante y como resultado proporciona juicios de valor que sustentan la consecuente toma de decisiones” (Foronda Torrico y Foronda Zubieta, 2007, p. 30).
Por ende, la evaluación dentro del sistema educativo es un instrumento de mejora continua, no solo una simple medición de resultados. La evaluación no debe entenderse como un acto final, sino como un proceso permanente que permite a los actores educativos reflexionar sobre su práctica, detectar problemas y tomar decisiones informadas que mejoren el aprendizaje de los estudiantes.
Por último, es necesario comprender que la evaluación es un un proceso integral, continuo y participativo que ayuda a construir una educación de calidad. Pues permite potenciar el crecimiento personal, académico y profesional de los estudiantes y que contribuye al perfeccionamiento de los procesos educativos.
Referencia Bibliográfica
Foronda Torrico, J. M., & Foronda Zubieta, C. L. (2007). La evaluación en el proceso de aprendizaje. PERSPECTIVAS, (19), 15-30. Universidad Católica Boliviana San Pablo. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=425942453003