A diferencia de los carbohidratos (almacenados como glucógeno en hígado y músculos) y los lípidos (almacenados como triglicéridos en el tejido adiposo), el cuerpo humano no posee un sistema específico para el almacenamiento de proteínas. Esta diferencia se debe principalmente a la función esencial y estructural que cumplen las proteínas en el organismo. Los aminoácidos que las componen no se almacenan como tales, sino que están en constante recambio como parte de enzimas, receptores, proteínas estructurales y transportadoras, entre muchas otras. Cuando el cuerpo requiere energía y no hay suficientes reservas de glucosa o lípidos, recurre a la degradación de proteínas funcionales, lo que puede llevar a consecuencias graves.
Desde una perspectiva clínica, esta falta de almacenamiento tiene implicaciones importantes en situaciones de estrés metabólico. Durante el ayuno prolongado, el organismo agota primero el glucógeno hepático, luego moviliza lípidos, y finalmente utiliza proteínas musculares para la gluconeogénesis, lo que conduce a pérdida de masa muscular (Harper’s Illustrated Biochemistry, 31.ª ed., 2018). En enfermedades como el cáncer o la caquexia, se produce una intensa degradación proteica debido a un estado catabólico crónico, promovido por citoquinas inflamatorias como el TNF-α e IL-6, lo que agrava la pérdida muscular y funcional del paciente (Argilés et al., Nature Reviews Cancer, 2014).
En conclusión, el cuerpo humano no almacena proteínas porque su función es estructural y funcional más que energética. Esta característica, aunque eficiente en condiciones normales, se convierte en un problema serio durante el ayuno o enfermedades crónicas, ya que la degradación proteica afecta órganos vitales y deteriora la calidad de vida del paciente.
Referencias:
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Murray, R.K. et al. Harper's Illustrated Biochemistry, 31st ed. McGraw-Hill Education, 2018.
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Argilés, J.M. et al. "Cancer cachexia: understanding the molecular basis." Nature Reviews Cancer, 2014.