Le invito a tomar un cafecito para contarle un poco de mi vida y como fue para mi cambiarme de ciudad, todo comenzó cuando recibí la noticia de que había obtenido un cupo en la Universidad Nacional de Chimborazo. Aunque mi deseo era quedarme en Ambato, entendí que si no aceptaba esa oportunidad, tendría que esperar un año más sin estudiar. Conversando con mi mamá, mis tíos y abuelitos, decidimos que lo mejor era aceptar y mudarme a Riobamba. Mis abuelitos no estaban del todo de acuerdo; querían que viajara todos los días, pero sabíamos que sería muy pesado. Así que acordamos que viviría allá y regresaría los fines de semana.
El 13 de octubre de 2024, con ayuda de mi tío, cargamos mis cosas y partimos rumbo a Riobamba. Llegamos al departamento que ya había visto previamente y, luego de dejar todo instalado, vino la despedida… una charla entre lágrimas, porque en mi familia somos muy unidos y sentimentales. Fue un momento muy duro.
La primera semana fue especialmente difícil: no podía dormir y contaba los días para volver a casa. Era mi primera vez lejos de mi familia y sentía un vacío enorme. Sin embargo, con el paso de los días, empecé a hacer amigos en la universidad y mi mente se mantenía ocupada. Mi mamá me llamaba todos los días para asegurarse de que comiera y estuviera bien, lo cual me ayudaba mucho.
Con el tiempo conocí a unas chicas que hoy son mis amigas y, gracias a ellas, ya no me sentía tan sola. También fui perdiendo el miedo a salir sola por la ciudad. Al principio, me daba pánico perderme, pero ahora ya puedo darme una vuelta sin problema.
Ha sido un camino difícil, pero poco a poco me he ido acostumbrando a esta nueva etapa de mi vida.