Buenas noches profe, le cuento una anécdota que me paso hace casi dos años:
Cuando estudiaba en el conservatorio, viví una experiencia que marcó mi manera de aprender y prepararme en las clases. Era un día como cualquier otro; me dirigía a mi clase de instrumento con mi viola en la mano. Al llegar al cubículo, ya me disponía a repasar una partitura cuando mi profesora me llamó para ayudarme a afinar mi instrumento.
Apenas entramos, con su característico humor serio, nos dijo: "No me maten de iras, que ya me morí de iras con otros estudiantes".Cuando le pasé mi viola para que la afinara, sin querer se me cayó la hombrera sobre su escritorio. En ese momento, me miró con molestia y me reprochó por no haber colocado bien el accesorio. A pesar del pequeño incidente, afinó mi viola y me mando a repasar al otro cubículo.
Sin embargo, al salir del cubículo, no pude contener las lágrimas. Me sentí frustrada, avergonzada y un poco herida por la forma en que ocurrió todo. Pero con el tiempo entendí que esa experiencia me enseñó una valiosa lección: la importancia de ser detallista al momento de preparame bien para mis clases y responsable en cada clase. Desde entonces, nunca volví a cometer ese error, y esa pequeña caída de la hombrera se convirtió en una gran lección de crecimiento para mi.