Los alimentos transgénicos ofrecen ventajas significativas como el aumento de la productividad agrícola, la resistencia a plagas y enfermedades, y la mejora nutricional de los cultivos, lo que puede contribuir a la seguridad alimentaria y a la reducción del uso de agroquímicos.Sin embargo, los alimentos transgénicos también presentan riesgos y desventajas importantes. Entre ellos destacan la posible competencia biológica con especies nativas, que podría afectar la biodiversidad autóctona, un recurso muy valioso para el país; la concentración del mercado en grandes compañías biotecnológicas, que puede limitar el acceso de pequeños agricultores y generar dependencia tecnológica; y las incertidumbres sobre efectos a largo plazo en la salud humana y el ambiente, que requieren regulaciones estrictas y monitoreo continuo.
Los alimentos no transgénicos, por su parte, preservan la diversidad genética y cultural agrícola, promueven la autonomía de los pequeños productores y suelen tener mayor aceptación social, aunque su productividad puede ser menor y requieren a veces mayor uso de insumos químicos. En Ecuador, donde la agricultura tradicional y campesina es fundamental para la economía rural y la cultura, esta producción tiene un valor estratégico.
Recomendación para Ecuador
Considerando el contexto ecuatoriano, recomendaría una política agrícola equilibrada y cautelosa, que combine la protección de la biodiversidad y la soberanía alimentaria con la incorporación responsable y regulada de tecnologías transgénicas en casos específicos, tomando en consideración los siguientes aspectos:
Mantener la protección legal y práctica de la biodiversidad y los cultivos nativos.
Permitir la investigación y uso controlado de transgénicos en cultivos estratégicos.
Fortalecer las instituciones nacionales (Agrocalidad, INIAP) para evaluar y regular rigurosamente los transgénicos.
Promover la educación y comunicación clara hacia los consumidores y productores.
Fomentar la diversificación agrícola y el acceso equitativo a tecnologías.