Este tema se refiere a cómo se organiza y diseña el proceso de evaluación educativa con el objetivo específico de fomentar y medir habilidades de pensamiento crítico y creatividad en los estudiantes. La planificación de la evaluación no solo implica medir conocimientos memorísticos, sino diseñar instrumentos y estrategias que permitan valorar la capacidad de los estudiantes para analizar, sintetizar, cuestionar, resolver problemas y generar ideas originales.
Aspectos clave:
Evaluación alineada con objetivos de habilidades críticas y creativas: Los criterios y tipos de evaluación deben reflejar estas competencias.
Uso de tareas complejas y abiertas: Por ejemplo, proyectos, estudios de caso, debates o producciones creativas que estimulen el pensamiento divergente y reflexivo.
Retroalimentación cualitativa: Para ayudar al estudiante a mejorar su capacidad crítica y creativa, no solo a obtener una calificación.
Inclusión de la autoevaluación y coevaluación: Que promuevan la reflexión y la crítica constructiva entre pares.
La planificación adecuada asegura que la evaluación no sea un mero trámite, sino una herramienta que impulsa el desarrollo integral del estudiante en habilidades necesarias para enfrentar problemas reales y ser innovadores.
Referencia bibliográfica
Lipman, M. (2003). Pensamiento crítico. Editorial Paidós.
http://portal.amelica.org/ameli/journal/387/3873100009/