El examen físico traumatológico es un procedimiento clínico esencial para evaluar a un paciente que ha sufrido una lesión del aparato musculoesquelético. Su objetivo principal es identificar el tipo, localización y severidad de la lesión, así como descartar complicaciones neurológicas o vasculares asociadas.
El examen comienza con la evaluación general del paciente, observando su estado de conciencia, signos vitales y posibles signos de trauma múltiple. En casos de politraumatismo, se sigue el protocolo ABCDE para estabilizar al paciente antes de una exploración detallada.
Una vez asegurada la estabilidad general, se procede a la inspección visual del área afectada. Se observan deformidades, inflamación, hematomas, heridas abiertas, asimetrías, y cualquier signo visible de lesión. El aspecto de la piel y la posición de las extremidades pueden dar pistas valiosas sobre fracturas o luxaciones.
Posteriormente, se realiza la palpación, que permite identificar puntos dolorosos, crepitaciones óseas, temperatura local aumentada, o masas anormales. Esta parte del examen ayuda a localizar con precisión el sitio de la lesión.
Se evalúa la movilidad articular activa y pasiva. La limitación del rango de movimiento o la presencia de dolor al mover la extremidad puede indicar daño articular, muscular o tendinoso. En casos de fractura, puede haber imposibilidad de mover el segmento afectado.
La fuerza muscular también debe ser explorada, comparando ambos lados del cuerpo para detectar debilidad o parálisis. Se clasifica según una escala de 0 a 5, donde 0 indica ausencia total de contracción y 5 fuerza normal.
Es fundamental valorar la integridad neurológica, explorando la sensibilidad táctil, dolorosa y térmica en las zonas inervadas distalmente a la lesión. Se deben evaluar los reflejos tendinosos y la respuesta motora a estímulos.
Asimismo, se realiza una evaluación vascular, palpando pulsos distales (radial, tibial posterior, pedio) y observando la coloración y temperatura de la piel. La ausencia de pulso o frialdad distal puede sugerir compromiso arterial, lo cual es una urgencia médica.
En casos de lesiones articulares, se buscan signos específicos como el "signo del cajón" en la rodilla o la inestabilidad en el hombro. En lesiones vertebrales, se explora con precaución extrema debido al riesgo de lesión medular.
El examen físico traumatológico debe ser sistemático y bilateral, comparando siempre con la extremidad contralateral sana. Esto permite detectar alteraciones sutiles que podrían pasar desapercibidas si se evalúa una sola extremidad.
Finalmente, los hallazgos del examen deben registrarse con precisión en la historia clínica, ya que orientan la solicitud de estudios complementarios y la toma de decisiones terapéuticas. Un examen físico completo y bien realizado es clave para un diagnóstico acertado y un tratamiento oportuno en el paciente traumatológico.