Las políticas educativas como instrumento de planificación macro cumplen una función central en la estructuración del sistema escolar, al orientar las decisiones sobre qué, cómo y para qué se enseña. En este sentido, Díaz Barriga (2003) señala que “las políticas educativas se traducen en decisiones curriculares, materiales didácticos, prácticas docentes y formas de evaluación que reflejan una concepción del sujeto, la cultura y el conocimiento”. De esta manera, las políticas no solo organizan el sistema educativo, sino que también construyen una visión de país y ciudadanía. Su función es garantizar coherencia y dirección en los procesos formativos, especialmente en contextos de desigualdad social.
El currículo nacional, como herramienta específica de estas políticas, permite articular los fines generales de la educación con la práctica pedagógica en el aula. Gómez Alfonso et al. (2021), afirma que el currículo “constituye un instrumento regulador de la educación que asegura mínimos comunes de aprendizaje y favorece la equidad educativa”. Al establecer aprendizajes esperados, competencias y criterios de evaluación, el currículo contribuye a que todos los estudiantes, sin importar su origen, accedan a una formación básica común. Así, cumple un rol tanto técnico como político, pues define qué saberes se consideran legítimos y prioritarios en una sociedad.
En síntesis, podríamos decir que los
instrumentos de planificación a nivel macro son dispositivos fundamentales de
gobernanza educativa que articulan la política pública con la práctica escolar,
posibilitando la transformación educativa a gran escala
Referencias:
Gómez Alfonso, J. A., Luengo, F., Bolívar Botía, A., Moya Otero, J., Fernández Gálvez, J. de D., Domínguez Pérez, M. T., & Aragón Rebollo, A. (2021). Un currículo escolar basado en los ODS y la Agenda 2030. Educar para el siglo XXI: reformas y mejoras: LOMLOE, de la norma al aula.
Díaz Barriga, A. (2003). Currículum: Presencia y ausencia del sujeto en la práctica educativa. México: Paidós.