Estoy de acuerdo porque destaca con claridad que aprender matemáticas no es solo cuestión de lógica, sino también de emociones. Incorporar esta perspectiva afectiva en el aula no solo mejora el rendimiento académico, sino que transforma la relación de los estudiantes con una asignatura que, para muchos, ha sido motivo de temor. Es un enfoque que apunta a una educación más humana, inclusiva y eficaz.
"La emociones en el aprendizaje de la matemática"
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