Influencia de las emociones en el aprendizaje de la matemática
Las emociones juegan un papel fundamental en todos los procesos de aprendizaje, y en el caso de la matemática, su impacto puede ser aún más determinante. A menudo, esta asignatura se asocia con sentimientos de ansiedad, frustración o inseguridad, lo cual puede bloquear el razonamiento lógico y disminuir la motivación del estudiante. El aprendizaje de la matemática ha sido tradicionalmente concebido como un proceso puramente racional, enfocado en la lógica, la resolución de problemas y la aplicación de fórmulas. Sin embargo, múltiples estudios han demostrado que las emociones influyen profundamente en el desempeño académico del estudiante, y en particular, en su relación con la matemática.
Muchos estudiantes experimentan ansiedad matemática, un tipo de miedo o tensión que aparece cuando deben enfrentarse a problemas matemáticos. Esta emoción negativa no solo dificulta la comprensión, sino que puede llegar a bloquear procesos mentales clave como la memoria operativa o la atención. Según Pizón y Gómez (2017), “las emociones influyen en el rendimiento académico, especialmente en áreas donde el componente abstracto y simbólico es dominante, como es el caso de la matemática”.
Por otro lado, cuando los estudiantes se sienten emocionalmente seguros, motivados y acompañados en su proceso de aprendizaje, su desempeño mejora significativamente. Un clima afectivo positivo en el aula basado en la confianza, el respeto y el apoyo docente facilita que los estudiantes se atrevan a preguntar, se equivoquen sin miedo y desarrollen una actitud activa frente al conocimiento. Como menciona Burgos (2024), “crear un ambiente emocional positivo, con una relación cercana entre docente y alumno, puede aumentar la confianza, la participación y el pensamiento crítico en el aula de matemáticas”.
Desde la práctica docente, es posible fomentar emociones positivas a través de diversas estrategias. Entre ellas destacan el uso de juegos didácticos, el planteamiento de problemas conectados con la vida cotidiana, la evaluación sin castigo y la retroalimentación constructiva. Además, es clave que el profesor sea consciente de su propio lenguaje corporal y verbal, pues muchas veces una mirada o un tono de voz generan en el estudiante sentimientos de vergüenza o desánimo.
Por otro lado, también es clave desarrollar en los estudiantes habilidades de autorregulación emocional, es decir, que aprendan a reconocer cuándo están sintiendo ansiedad o frustración y qué pueden hacer para manejar esas emociones. Esto les permitirá enfrentarse a los desafíos matemáticos con mayor serenidad y resiliencia.
En conclusión, las emociones no deben considerarse un obstáculo en el aprendizaje de la matemática, sino una dimensión que puede y debe trabajarse para lograr un aprendizaje más humano, profundo y significativo. Si queremos que nuestros estudiantes comprendan y disfruten de la matemática, debemos crear con ellos un vínculo que les brinde seguridad emocional, libertad para equivocarse y confianza en sus propias capacidades. ¿Cómo crees que la actitud del docente puede cambiar la forma en que los estudiantes viven las matemáticas?
BIBLIOGRAFÍA
Burgos-Macías, J. G. (2024). Aprendizaje significativo matemático basado en la educación emocional. Revista Arbitrada Interdisciplinaria Koinonía, 9(17), 257-275. https://doi.org/10.35381/r.k.v9i17.3218
Pizón, L., & Gómez, M. (2017). Emoción y cognición: claves para la enseñanza de las matemáticas. Revista Latinoamericana de Educación Matemática, 30(1), 45-56.