Las emociones influyen de manera significativa en cómo los estudiantes aprenden matemáticas. Sentimientos como la ansiedad, la frustración o la satisfacción afectan la atención, la memoria y la resolución de problemas, el componente emocional está profundamente ligado al pensamiento matemático. Por ejemplo, la ansiedad matemática puede disminuir el rendimiento , mientras que emociones positivas como la curiosidad pueden mejorar la motivación.
El rol del docente es clave para crear un ambiente emocionalmente seguro, donde el error no genere miedo sino aprendizaje, una actitud positiva en el aula puede transformar la relación del estudiante con la matemática.
BIBLIOGRAFIA
Gómez-Chacón, I. M. (2000). Matemática emocional. Narcea.