La tarea escolar, cuando está bien diseñada y en cantidades adecuadas, sí refuerza el aprendizaje. Sin embargo, si se asigna en exceso o sin un propósito claro, puede convertirse en una carga adicional para los estudiantes. Todo depende del enfoque con el que se planifique y del contexto de cada estudiante.
Por un lado, la tarea tiene un valor pedagógico importante. Permite que los estudiantes repasen lo aprendido en clase, desarrollen hábitos de estudio, responsabilidad y autonomía. A través de la práctica constante, se consolidan conocimientos y se adquieren habilidades como la organización del tiempo y la resolución de problemas. Por ejemplo, resolver ejercicios de matemáticas o leer un texto en casa ayuda a fijar lo aprendido y a prepararse para actividades más complejas.
No obstante, cuando la tarea es excesiva o poco significativa, puede tener efectos negativos. Muchos estudiantes enfrentan jornadas escolares largas, y al llegar a casa, en lugar de descansar o compartir con su familia, deben continuar con más trabajo. Esto puede causar estrés, cansancio y desmotivación, sobre todo si las tareas no están adaptadas a su nivel o si no tienen una utilidad clara.