Además de proteger a los seres humanos, la Constitución también se enfoca en la preservación del medio ambiente. Los artículos 15 y 16 establecen el deber del Estado de fomentar el uso de energías limpias y renovables, subrayando la responsabilidad ecológica como parte del desarrollo sostenible. Este enfoque busca equilibrar el bienestar humano con el cuidado del planeta.
En resumen, la Carta Magna ecuatoriana propone una visión amplia de los derechos, en la que se articulan la protección individual, la vida en comunidad y la preservación de la naturaleza. Este modelo promueve una convivencia equitativa y sostenible, donde el ser humano y su entorno se consideran parte de un mismo sistema independiente.