La intervención basada en la CIF se enfoca en mejorar el funcionamiento global de la persona, no solo en tratar la enfermedad. Este enfoque considera los aspectos biológicos, psicológicos y sociales que afectan la vida del paciente.
En lugar de centrarse solo en el diagnóstico médico, se evalúan las funciones y estructuras corporales, la actividad (capacidad de ejecutar tareas) y la participación (involucramiento en la vida diaria).
Durante la intervención, se consideran también los factores contextuales:
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Ambientales (barreras o apoyos del entorno físico, social, familiar o institucional).
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Personales (edad, motivación, estilo de vida, actitudes).
Este modelo guía al profesional a diseñar planes de tratamiento individualizados, enfocados en potenciar las capacidades del paciente, eliminar barreras y facilitar su inclusión social.
La CIF se utiliza en fisioterapia, terapia ocupacional, psicología, enfermería y otras disciplinas para planificar objetivos funcionales realistas.
Además, permite medir resultados de manera más integral, favoreciendo una atención centrada en la persona y no solo en su patología.
Escudero, J., & Martín, M. (2015). Aplicación de la CIF en fisioterapia: del modelo biomédico al modelo biopsicosocial. Revista Iberoamericana de Fisioterapia y Kinesiología, 18(1), 13–21.