Javier, un diseñador gráfico que trabaja en una agencia de publicidad. Situación: Un cliente importante ha rechazado la propuesta de diseño para una nueva campaña publicitaria. El cliente, visiblemente frustrado, argumenta que el diseño no refleja la identidad de su marca y que no conecta con su público objetivo. El jefe de Javier está molesto y le pide que haga cambios rápidos y drásticos, siguiendo estrictamente las últimas indicaciones del cliente, que parecen algo contradictorias.
En lugar de reaccionar inmediatamente, Javier pide una reunión con el cliente para comprender mejor sus preocupaciones. Escucha atentamente sus críticas, tratando de entender no solo lo que dice, sino también las emociones y las expectativas detrás de sus palabras. Pregunta aclaraciones y busca ejemplos concretos de lo que el cliente considera que no funciona.