A lo largo de la historia de la humanidad, los libros han sido faros que iluminan el pensamiento y preservan la memoria colectiva. Cada página escrita representa un esfuerzo por comprender el mundo, cuestionarlo y darle sentido. Como lo plantea Irene Vallejo, los libros han sabido adaptarse a los cambios tecnológicos y sociales, manteniéndose como una de las creaciones más resistentes y poderosas del ser humano. No solo han registrado avances científicos o filosóficos, sino también las emociones, las luchas y los sueños de incontables generaciones.
La lectura, en este contexto, no es solo una forma de acceder al conocimiento, sino también un camino hacia la empatía y el encuentro con el otro. Irene indica que leer permite sanar heridas y reconstruir vínculos rotos, como ocurrió en los clubes de lectura tras la Guerra Civil Española. En tiempos de crisis, las historias ofrecen refugio y esperanza, recordándonos que no estamos solos. Por eso, promover la lectura es defender el derecho a imaginar, a cuestionar y a reconstruir el mundo desde las palabras.