La lectura ha sido, a lo largo de la historia, un refugio para la humanidad en los momentos más difíciles. Como señala Irene Vallejo, los libros han acompañado al ser humano en tiempos de guerra, pandemias y crisis personales, actuando no solo como fuente de conocimiento, sino también como consuelo emocional. Leer nos permite encontrar respuestas, comprender emociones y, en muchos casos, sanar heridas invisibles. Así, los libros se convierten en una forma de medicina para el alma. En situaciones de sufrimiento, la literatura ofrece compañía, sentido y esperanza. Por ello, no debe subestimarse su valor en la vida cotidiana.
Además, Vallejo destaca que la lectura no solo alivia, sino que también conecta. A través de su libro El infinito en un junco, muestra cómo la historia de los libros es también la historia de la humanidad, una cadena que une culturas, generaciones y territorios. Durante su experiencia personal en el hospital, escribir fue para ella un acto de resistencia, un modo de no dejar que el dolor apague la creatividad. Esto demuestra que leer y escribir son formas de reafirmar nuestra humanidad, incluso en circunstancias adversas. Los libros nos permiten dialogar con el pasado, con otras voces, y con nosotros mismos. En ese sentido, la literatura no es un lujo, sino una necesidad cultural y emocional. Es un puente entre personas, épocas y emociones.