La llegada de los españoles a América no solo trajo consigo la conquista territorial y política, sino también una profunda agresión cultural. Una de las expresiones más claras de esta actitud fue el intento de borrar toda manifestación literaria e intelectual de los pueblos originarios, probablemente la consideraban inferiores.
Esta destrucción no solo fue física, sino simbólica debido a que se intentó borrar la memoria, la cosmovisión y los conocimientos ancestrales que las culturas originarias habían acumulado durante siglos. La literatura indígena era oral, colectiva, simbólica y profundamente espiritual. Al eliminarla, se interrumpió la continuidad de una forma de entender el mundo que hoy apenas podemos reconstruir a través de fragmentos.
La resistencia cultural de los pueblos indígenas permitió que parte de esta herencia sobreviviera, transmitida oralmente o rescatada por cronistas mestizos y coloniales. Hoy, reconocer esta actitud de arrasamiento es fundamental para valorar la riqueza de las culturas originarias, visibilizar su legado y fomentar una mirada crítica sobre el proceso colonizador.