Mediación y resolución de conflictos

Mediación y resolución de conflictos

de VILLALOBOS AUCANSHALA ALEXIS DAVID -
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En un trabajo universitario conformado por cuatro integrantes, nuestro equipo llamado “Mentes Creativas” recibió la asignación de un proyecto final de gran importancia. A medida que se acercaba la fecha de entrega, comenzaron a surgir constantes desacuerdos entre dos miembros del grupo: Laura y yo, Diego. Las diferencias se centraban en cómo organizar el trabajo y distribuir las tareas. Laura pensaba que yo no estaba colaborando lo suficiente y que mis propuestas eran poco claras, mientras que yo consideraba que ella tenía una actitud demasiado dominante y no dejaba espacio para mis ideas. La tensión aumentaba cada vez más, el ambiente se tornó incómodo y el progreso del proyecto se detuvo por completo. Los otros dos compañeros, Sofía y Andrés, se sentían incómodos con la situación y preferían mantenerse al margen.

En este contexto, la mediación habría sido una herramienta muy valiosa. Un tercero neutral, como un docente o un estudiante con habilidades en resolución de conflictos, podría habernos reunido a Laura y a mí en una sesión conjunta. Este mediador nos habría dado la oportunidad de expresar nuestras inquietudes y puntos de vista con respeto, asegurando que ambos fuéramos escuchados de manera equitativa. Posteriormente, habría guiado una conversación para aclarar nuestras expectativas, revisar cómo percibíamos la carga de trabajo y buscar formas más efectivas de colaborar.

Por medio de preguntas imparciales, el mediador podría haber ayudado a Laura a ver la importancia de delegar responsabilidades, y a mí, Diego, a entender el valor de una buena organización. Bajo su orientación, podríamos haber establecido un nuevo plan de trabajo, definiendo roles concretos, fijando fechas límite y acordando métodos claros de comunicación. Al prevenir que el conflicto se volviera algo personal, la mediación habría facilitado que Laura y yo nos enfocáramos en el verdadero problema y encontráramos soluciones funcionales, rescatando tanto el proyecto como la relación dentro del equipo. Sin esa intervención, es probable que el conflicto hubiera empeorado, afectando negativamente el resultado final y debilitando la cohesión del grupo.