En contraste, la HDL o “colesterol bueno” tiene propiedades protectoras como el transporte inverso de colesterol y efectos antiinflamatorios. Sin embargo, aumentar sus niveles con fármacos no ha demostrado reducir eventos cardiovasculares, lo que sugiere que su funcionalidad es más relevante que su concentración. Además, niveles muy altos de C-HDL (>80 mg/dL) se han asociado con mayor riesgo de mortalidad total y cardiovascular, posiblemente por disfunción de las partículas HDL.
La Conferencia con el tema LIPIDOS la disertó el DR. FERNANDO BRITES
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Este texto se relaciona con los temas abordados en la Bioquímica, haciendo referencia al metabolismo de lípidos. Las lipoproteínas LDL y HDL cumplen funciones opuestas en el metabolismo lipídico y en el desarrollo de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECV), una de las principales causas de muerte a nivel mundial. La LDL, conocida como “colesterol malo”, es el principal objetivo terapéutico para prevenir eventos cardiovasculares. Estudios clínicos, epidemiológicos y genéticos han demostrado que reducir los niveles de C-LDL con estatinas, ezetimibe, inhibidores de PCSK9 o ácido bempedoico reduce el riesgo cardiovascular. Las guías internacionales recomiendan metas de C-LDL más estrictas según el riesgo, incluso <40 mg/dL en pacientes con eventos vasculares repetidos. Aunque inicialmente se cuestionaron los efectos adversos de niveles muy bajos de C-LDL, estudios recientes respaldan su seguridad.
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