Cuando pensamos en los nutrientes que el cuerpo almacena, inmediatamente vienen a la mente los carbohidratos (como glucógeno) y los lípidos (como triglicéridos en el tejido adiposo). Sin embargo, es llamativo que el cuerpo humano no cuente con una forma de almacenar proteínas para ser usadas como reserva energética, a pesar de que los aminoácidos son esenciales para la vida. Esta característica no es un fallo del diseño biológico, sino una consecuencia directa de la función especializada y estructural de las proteínas.
Las proteínas no están hechas para ser almacenadas, sino para cumplir funciones específicas: formar estructuras, actuar como enzimas, regular procesos celulares, transportar sustancias y participar en la defensa inmunológica. Si el cuerpo necesitara obtener energía de ellas, como ocurre en el ayuno prolongado, en estados de estrés metabólico, cáncer o caquexia, se ve obligado a catabolizar tejido muscular, lo que compromete gravemente la salud del individuo.
Este mecanismo de emergencia tiene consecuencias clínicas importantes. Por ejemplo, en la caquexia, el cuerpo entra en un estado catabólico irreversible en el que pierde masa muscular incluso si se mantiene la ingesta calórica. Entender que el cuerpo no almacena proteínas ayuda a resaltar la importancia de mantener el balance nitrogenado positivo y una nutrición adecuada en pacientes críticos o con enfermedades crónicas.
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