Un día, una de mis amigas llegó muy enojada porque tuvo un problema con otra persona del grupo. Yo no quise meterme ni decirle lo que pensaba de inmediato. Mejor la dejé que me contara todo lo que sentía y la escuché con calma. Le hice algunas preguntas para que pudiera desahogarse y entender mejor lo que le pasaba. Al final, mi amiga se sintió mucho mejor solo porque la escuché y pudo ver las cosas de otra forma. Me di cuenta de que a veces lo más importante es escuchar de verdad y estar ahí, en vez de tratar de dar consejos o soluciones rápido.
Experiencia de Escucha activa
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