El Plan 131: ¿Realmente es necesario?
Como ciudadano ecuatoriano, no puedo evitar sentir cierta perplejidad ante el Plan 131 y sus millonarias recompensas. Mientras celebramos las cifras de llamadas recibidas y los dineros pagados por información, me pregunto: ¿no teníamos ya el 911 funcionando?
Desde niño aprendí que ante cualquier emergencia debía marcar 911. Era simple, directo y todos lo conocíamos. Ahora resulta que para denunciar crimen organizado debo recordar otro número, el 131, y además existe la posibilidad de ganar dinero por hacerlo. Esto me genera una incomodidad profunda.
No me opongo a que se combata el crimen organizado con todas las herramientas posibles, pero pagar millones de dólares por información que los ciudadanos deberíamos proporcionar por deber cívico me parece contraproducente. ¿Qué mensaje estamos enviando? ¿Que solo colaboramos con la justicia si nos pagan?
He intentado entender la lógica detrás de crear un sistema paralelo al 911, pero francamente no la encuentro. Si el problema era que el 911 no tenía protocolos específicos para crimen organizado, ¿por qué no invertir esos millones en mejorarlo? ¿Por qué no capacitar mejor a sus operadores o dotarlos de mejor tecnología?
Como abogado, también me preocupa la fragmentación del sistema de denuncias. Tenemos el 911 para emergencias generales, el 131 para crimen organizado, y probablemente mañana aparecerá el 151 para otro tipo de delitos. Esta multiplicación de números y sistemas solo confunde a la ciudadanía y dispersa recursos.
La realidad es que Ecuador ya tenía un mecanismo de denuncias que funciona las 24 horas, con cobertura nacional y personal capacitado. En lugar de crear competencia interna entre sistemas estatales, habría sido más sensato fortalecer lo que ya existía. Los recursos destinados a recompensas millonarias podrían haber modernizado completamente el 911.
Además, me inquieta pensar en la sostenibilidad de este modelo. ¿Qué pasará cuando se agoten los fondos para recompensas? ¿La ciudadanía dejará de colaborar porque ya no hay incentivos económicos? ¿Hemos creado una dependencia peligrosa?
Entiendo que los resultados en capturas son importantes, pero no podemos medir el éxito solo en números. Un sistema de seguridad eficiente debe ser integral, coherente y sostenible. El Plan 131, por más bien intencionado que sea, fragmenta nuestro sistema de denuncias y puede estar minando los valores cívicos que tanto necesitamos fortalecer.
Prefiero un Ecuador donde los ciudadanos colaboremos con la justicia por convicción, no por dinero. Donde tengamos un sistema de emergencias robusto y unificado, no una colección de números especializados que terminan confundiéndonos a todos.
Referencia: https://www.defensa.gob.ec/linea-131-el-verdadero-poder-ciudadano/