Una decisión importante que tomé en mi vida fue cuando debía elegir entre seguir trabajando en un empleo estable o dedicarme completamente a mis estudios universitarios. En ese momento, me sentía dividida entre la necesidad económica y el deseo de superarme profesionalmente. Aunque la intuición me decía que debía seguir trabajando para mantener cierta estabilidad, decidí hacer un análisis más profundo utilizando una matriz de decisiones.

Tomé en cuenta factores como el impacto a largo plazo en mi carrera, el tiempo que podía dedicar al estudio, mi nivel de estrés y mi salud mental. Después de valorar todo, opté por dejar el trabajo y enfocarme en mis estudios de contabilidad y auditoría. Esta decisión cambió completamente mi vida, ya que me permitió mejorar mi rendimiento académico, obtener becas y sentirme más comprometida con mi futuro profesional.

Me considero una persona más analítica que intuitiva. Antes de tomar decisiones importantes, prefiero organizar mis ideas, investigar, hacer listas de pros y contras y, si es posible, consultar con personas de confianza. Creo que esta forma de pensar me ayuda a minimizar errores y actuar con mayor seguridad.

El principal aprendizaje que me dejó esta experiencia es que a veces hay que arriesgar a corto plazo para ganar a largo plazo. Tomar decisiones basadas en análisis me ha enseñado a ser más estratégica y a pensar en cómo mis elecciones impactan en mi futuro, no solo en el presente.