El perfil lipídico es una herramienta diagnóstica esencial para evaluar el riesgo cardiovascular, ya que permite cuantificar las concentraciones de colesterol total, colesterol HDL (lipoproteínas de alta densidad), colesterol LDL (lipoproteínas de baja densidad) y triglicéridos en la sangre. Alteraciones en estos parámetros están directamente asociadas con el desarrollo de enfermedades como la aterosclerosis, el infarto agudo de miocardio y otros trastornos cardiovasculares de alta prevalencia.
El artículo revisado pone en evidencia que, si bien el ejercicio físico estructurado tiene un impacto significativo en la mejora del perfil lipídico, la alimentación continúa siendo un pilar indispensable en su regulación. Una dieta balanceada, rica en fibra, antioxidantes y ácidos grasos insaturados —provenientes de fuentes como frutas, verduras, legumbres, granos integrales, pescado azul y aceite de oliva— favorece la reducción del colesterol LDL y los triglicéridos, al tiempo que puede aumentar los niveles de colesterol HDL, considerado cardioprotector. En contraste, el consumo excesivo de grasas saturadas, alimentos ultraprocesados, azúcares simples y bebidas azucaradas se vincula con el deterioro del perfil lipídico y un mayor riesgo metabólico.
El estudio demuestra que los pacientes obesos mórbidos que participaron activamente en un programa de ejercicio físico de seis meses presentaron una reducción significativa de los triglicéridos (−20.46%), así como mejoras en la glucemia basal, el índice de masa corporal (IMC) y la circunferencia de cintura. Aunque durante la intervención no se modificaron de forma intencionada los hábitos alimentarios, los autores señalan que el impacto positivo observado podría potenciarse aún más mediante intervenciones combinadas de ejercicio y asesoramiento nutricional.
En conclusión, la evidencia científica respalda que una alimentación saludable, junto con la actividad física regular, constituye la estrategia más efectiva y sostenible para mantener un perfil lipídico adecuado, prevenir enfermedades cardiovasculares y mejorar la calidad de vida en personas con obesidad o riesgo metabólico. El abordaje integral del estilo de vida, incluyendo modificaciones dietéticas personalizadas, debe ser considerado como la base del tratamiento y prevención de la dislipidemia.
Bibliografía
Delgado-Floody, P., Caamaño-Navarrete, F., Jerez-Mayorga, D., Martínez-Salazar, C., García-Pinillos, F., & Latorre-Román, P. (2017). Adaptaciones al ejercicio físico en el perfil lipídico y la salud cardiovascular de obesos mórbidos. Gaceta Médica de México, 153, 781–786. https://doi.org/10.24875/GMM.17002894