Yo pienso que el conformismo puede ser positivo cuando implica gratitud y aceptación de lo que se tiene, reconociendo lo valioso en lo cotidiano. Sin embargo, se vuelve limitante cuando impide crecer, soñar o luchar por una vida mejor. Conformarse por miedo al cambio o por presión social puede llevar a la frustración y al estancamiento personal. Es importante encontrar un equilibrio: valorar lo que se posee sin renunciar a lo que se desea. El inconformismo sano impulsa la superación y la transformación. En definitiva, no se trata de conformarse o no, sino de vivir con propósito y conciencia.