Yo pienso que no es bueno ser conformistas con todo lo que tenemos, porque eso nos puede frenar como personas. A veces nos acostumbramos a situaciones que no nos hacen felices o que son injustas, solo por miedo a cambiar o porque creemos que no merecemos algo mejor. Pero si no nos atrevemos a cuestionar lo que no está bien, nunca vamos a mejorar ni crecer. Ser inconforme, cuando es con respeto y con un propósito, nos ayuda a buscar nuevas oportunidades, a luchar por nuestros sueños y a vivir de una forma más auténtica.
También creo que el conformismo puede afectar a toda la sociedad. Si todos aceptamos la corrupción, la desigualdad o el maltrato como si fueran normales, esos problemas nunca van a desaparecer. Por eso es importante aprender a decir “esto no está bien” y buscar formas de cambiar las cosas, aunque sea desde lo pequeño, como nuestras decisiones diarias. No se trata de quejarse por todo, sino de tener una actitud activa, de querer mejorar y no quedarnos solo con lo que nos tocó vivir.