No es del todo bueno que las personas seamos conformistas con lo que tenemos, ya que el conformismo, cuando es excesivo, puede limitar nuestro crecimiento personal, nuestras metas y el deseo de mejorar nuestras condiciones de vida. Si una persona se conforma siempre con lo que tiene, corre el riesgo de estancarse, de no luchar por sus sueños o de no buscar soluciones a los problemas que enfrenta.
Sin embargo, también es importante saber valorar lo que se tiene. Ser agradecido y tener una actitud positiva ante las circunstancias es algo saludable. La clave está en encontrar un equilibrio: no vivir siempre insatisfechos, pero tampoco quedarnos pasivos sin aspirar a más. Es decir, no conformarse por miedo al cambio, sino ser conscientes de nuestras posibilidades y seguir esforzándonos por crecer y mejorar.