Personalmente, creo que ser conformista puede tener dos caras. Por un lado, está bien valorar y agradecer lo que uno tiene, encontrar paz y satisfacción en lo que se ha logrado, sin caer en una constante insatisfacción. Pero, por otro lado, si el conformismo se convierte en una excusa para no crecer, no mejorar o no luchar por lo que realmente queremos, entonces deja de ser algo positivo. Creo que es importante encontrar un equilibrio: agradecer lo que tenemos, pero sin dejar de aspirar a más si sabemos que podemos lograrlo o merecemos algo mejor.