La libertad es uno de los valores más hermosos y esenciales del ser humano. Ninguna persona debería quedarse callada ante una injusticia o ante aquello que considera incorrecto, ya que el silencio muchas veces se convierte en una herramienta de poder para quienes buscan aprovecharse de los demás.
Sin embargo, en nuestra sociedad, en el sistema educativo y en muchos otros ámbitos, se nos ha inculcado el miedo a expresar nuestras opiniones. Desde temprana edad, se castiga la crítica, se evita el cuestionamiento y se premia la obediencia silenciosa. Esto ha llevado a que muchas personas, por temor a ser señaladas o castigadas, prefieran ignorar lo que sucede a su alrededor y hacerse "de la vista ciega", aunque vean que algo está mal.
Como futuros docentes, tenemos la gran responsabilidad de cambiar esta realidad. Debemos formar estudiantes críticos, reflexivos y valientes, que sean capaces de alzar la voz con respeto cuando algo no está bien. Solo así podremos construir una ciudadanía activa, que no tolere abusos ni injusticias, y que exija a las autoridades el cumplimiento de sus deberes.
Una sociedad despierta y crítica es difícil de manipular, porque conoce sus derechos y lucha por ellos. Por eso, educar también implica despertar conciencias, motivar el pensamiento libre y romper con los paradigmas del miedo y la sumisión. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad más justa, democrática y verdaderamente libre.
Sin embargo, en nuestra sociedad, en el sistema educativo y en muchos otros ámbitos, se nos ha inculcado el miedo a expresar nuestras opiniones. Desde temprana edad, se castiga la crítica, se evita el cuestionamiento y se premia la obediencia silenciosa. Esto ha llevado a que muchas personas, por temor a ser señaladas o castigadas, prefieran ignorar lo que sucede a su alrededor y hacerse "de la vista ciega", aunque vean que algo está mal.
Como futuros docentes, tenemos la gran responsabilidad de cambiar esta realidad. Debemos formar estudiantes críticos, reflexivos y valientes, que sean capaces de alzar la voz con respeto cuando algo no está bien. Solo así podremos construir una ciudadanía activa, que no tolere abusos ni injusticias, y que exija a las autoridades el cumplimiento de sus deberes.
Una sociedad despierta y crítica es difícil de manipular, porque conoce sus derechos y lucha por ellos. Por eso, educar también implica despertar conciencias, motivar el pensamiento libre y romper con los paradigmas del miedo y la sumisión. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad más justa, democrática y verdaderamente libre.