Cuando Octavio Paz dice que "La poesía no es nada, sino tiempo, ritmo perpetuamente creador", lo que nos está diciendo es que la poesía no es un objeto que podemos tocar o guardar sin más, como un libro en una estantería. En realidad, la poesía es un proceso vivo, que siempre está en movimiento, como el tiempo que corre sin detenerse. Es como una melodía que tiene su propio compás, su propio "ritmo", que nunca para de inventar y de crear nuevas formas y nuevos significados. La poesía, entonces, es una fuerza creativa que está siempre presente, manifestándose y transformándose continuamente.
La gran pregunta es, ¿cómo logra la poesía seguir siendo importante a lo largo de los siglos? La clave está precisamente en esa idea de ser "perpetuamente creadora". Al ser una expresión del tiempo y del ritmo, la poesía tiene la capacidad de adaptarse y de resonar con las experiencias que compartimos todos los seres humanos, sin importar la época. Aunque las palabras o los temas puedan cambiar con el paso de los años, la esencia de la poesía, su musicalidad y su manera de tocar nuestras emociones, hace que sus mensajes y su belleza permanezcan. Es como si cada poema tuviera una energía que se renueva con cada lector, permitiendo que siga conmoviendo e inspirando a la gente a través de los siglos.