El examen clínico traumatológico es un proceso fundamental en la evaluación de pacientes que presentan lesiones músculo-esqueléticas causadas por traumatismos. Su objetivo principal es identificar de manera precisa el tipo, la localización y la gravedad de la lesión, con el fin de establecer un diagnóstico fisioterapéutico que permita diseñar un tratamiento adecuado y seguro.
Este examen incluye varias fases esenciales: la anamnesis detallada, donde se recogen datos del mecanismo de la lesión, antecedentes personales y síntomas actuales; la inspección visual, que permite detectar alteraciones como edema, hematomas o deformidades; la palpación, que ayuda a localizar el dolor y evaluar la integridad de las estructuras; y las pruebas específicas, como maniobras ortopédicas, test de movilidad articular, fuerza muscular, sensibilidad y reflejos.
El fisioterapeuta debe aplicar estas pruebas de manera sistemática y con criterio clínico, para diferenciar entre una lesión aguda, subaguda o crónica, y para identificar signos de alarma (red flags) que indiquen la necesidad de derivación médica. Asimismo, es importante considerar el estado funcional del paciente y cómo la lesión afecta su capacidad de moverse, trabajar o realizar actividades cotidianas.
Bibliografía
Gómez-Conesa, A. (2015). Valoración en fisioterapia: Métodos, herramientas y aplicaciones clínicas. Elsevier España.