Estoy completamente de acuerdo con mi compañera, quien destaca de manera muy clara y profunda un aspecto esencial en la enseñanza de las matemáticas: el verdadero valor de las operaciones básicas no se encuentra solo en su aplicación mecánica, sino en su capacidad para fomentar el pensamiento lógico, la autonomía y la habilidad para resolver problemas reales.
Como bien señala, dominar estas operaciones desde una comprensión significativa es lo que permite a los estudiantes avanzar con confianza hacia temas más complejos, como el álgebra, las fracciones o la proporcionalidad. Coincido en que muchas de las dificultades que enfrentan los alumnos en etapas posteriores no provienen de una falta de capacidad intelectual, sino de una enseñanza inicial que se basa en la repetición de algoritmos sin sentido. Enseñar a "llevar" o "pedir prestado" sin explicar el porqué de cada paso convierte las matemáticas en una serie de acciones vacías que no estimulan el razonamiento.