¿Es posible aplicar la literatura infantil en educación inicial? ¿A cualquier edad?
Sí, es totalmente posible y, más aún, recomendable aplicar la literatura infantil en la educación inicial. La literatura no solo enriquece el lenguaje y la imaginación de los niños, sino que también fortalece el vínculo afectivo, promueve la comprensión emocional y estimula la creatividad desde muy temprana edad. Incluso con bebés de 0 a 6 meses se puede trabajar con cuentos sensoriales o libros de tela, adaptados a su etapa de desarrollo. Por lo tanto, se puede aplicar a cualquier edad dentro del subnivel inicial, siempre que se escojan los materiales adecuados según su madurez y necesidad.
¿De qué forma usted aplicaría la literatura infantil? Exponga ideas concretas.
Yo aplicaría la literatura infantil a través de varias estrategias lúdicas y significativas. Por ejemplo:
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Cuentacuentos con títeres: dramatizar cuentos usando marionetas para captar la atención y fomentar la participación.
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Rincones de lectura: espacios cómodos y atractivos donde los niños puedan explorar libros libremente.
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Cuentos interactivos: leer historias con preguntas integradas que los niños puedan responder o completar con gestos y sonidos.
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Lectura sensorial: utilizar libros con texturas, sonidos o desplegables, especialmente en bebés.
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Creación de cuentos colectivos: inventar historias juntos, donde cada niño aporte una idea, estimulando el lenguaje oral y la imaginación.
¿Ha podido evidenciar la aplicación de libros en la educación inicial? Detalle si o no.
Sí, durante mis prácticas pude evidenciar cómo las docentes implementaban libros en sus actividades diarias.
En caso de que su respuesta haya sido afirmativa, detalle cómo fue su experiencia y alguna sugerencia que usted hubiera implementado.
Fue una experiencia muy bonita. Recuerdo que en una actividad la maestra utilizó el cuento "La oruga muy hambrienta" con niños de 2 a 3 años. Usó imágenes grandes y coloridas, y los niños participaban imitando a la oruga y contando las frutas. Me encantó ver cómo se emocionaban y aprendían sin darse cuenta.
Una sugerencia que yo hubiera implementado sería complementar el cuento con una mesa sensorial con frutas reales (o de juguete) para que los niños puedan experimentar con los sentidos mientras escuchan la historia. También hubiera incluido una canción o rima sobre la oruga para reforzar el aprendizaje.