Considero que la literatura infantil es una herramienta esencial en la formación integral de los niños y niñas desde los primeros años de vida. Su aplicación es posible y beneficiosa a cualquier edad, ya que fomenta el desarrollo del lenguaje, la imaginación, la empatía y la comprensión emocional. En mi experiencia, he observado cómo la lectura de cuentos en voz alta, acompañada de actividades creativas como la dramatización y la ilustración, permite a los niños expresar sus sentimientos, resolver conflictos y fortalecer su autoestima. Aunque en mis prácticas preprofesionales no se implementó de manera sistemática, considero que en escenarios como las prácticas, la vinculación familiar o la intervención en el hogar, la literatura infantil podría haber sido utilizada para promover la interacción afectiva, el aprendizaje compartido y el establecimiento de vínculos más sólidos entre los niños y sus familias. En este sentido, sugeriría incorporar espacios de lectura conjunta, talleres de narración y actividades literarias que involucren a los padres, con el fin de enriquecer el desarrollo integral de los niños y fortalecer la comunidad educativa.