La adherencia fisioterapéutica me parece un componente fundamental para el éxito de cualquier tratamiento en rehabilitación. Muchas veces se subestima el poder del compromiso del paciente, pero en realidad es un factor determinante. La mejor terapia del mundo no sirve de mucho si el paciente no la sigue correctamente. Desde mi punto de vista, la adherencia va más allá de simplemente asistir a las sesiones: implica motivación, comprensión del tratamiento, confianza en el fisioterapeuta y un entorno que favorezca el autocuidado.
Creo que un gran reto para los fisioterapeutas es saber comunicar la importancia de cada ejercicio, hacer partícipe al paciente de su propio proceso de recuperación y adaptarse a sus necesidades. También es esencial reconocer los factores que pueden dificultar la adherencia, como el dolor, la falta de tiempo o incluso la desmotivación por no ver resultados rápidos. Por eso, considero clave establecer metas realistas, reforzar los pequeños logros y crear un vínculo empático.
La adherencia fisioterapéutica no solo mejora los resultados funcionales, sino que también reduce el riesgo de recaídas. En resumen, creo firmemente que el tratamiento fisioterapéutico solo es verdaderamente efectivo cuando hay una participación activa y comprometida del paciente.