Como docentes, podemos preparar mejor a los estudiantes para la vida laboral al diseñar experiencias de aprendizaje que vayan más allá de aprobar exámenes, integrando habilidades transferibles como el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la comunicación efectiva y el trabajo en equipo; incorporando proyectos interdisciplinarios con impacto real en su entorno; utilizando herramientas y metodologías del mundo profesional; fomentando la inteligencia emocional y la reflexión ética sobre el sentido del trabajo; y aplicando evaluaciones auténticas que valoren procesos, creatividad y aplicación práctica del conocimiento, en lugar de solo medir la memoria o la repetición mecánica de contenidos.