Como docentes, podemos preparar mejor a nuestros estudiantes para el mundo laboral si transformamos nuestras clases en espacios donde no solo se enseñen contenidos, sino también habilidades prácticas como el trabajo en equipo, la comunicación efectiva, la resolución de problemas y el uso de tecnología. Esto se logra vinculando los temas académicos con situaciones reales, utilizando proyectos, debates y retos prácticos que desarrollen pensamiento crítico y autonomía. Además, es clave fortalecer la orientación vocacional desde edades tempranas y fomentar una cultura que valore tanto la educación técnica como el emprendimiento.