"La emociones en el aprendizaje de la matemática"
Las matemáticas, lejos de ser solo una disciplina lógica y exacta, están profundamente vinculadas con las emociones que experimentan los estudiantes. Emociones como el miedo, la frustración, el estrés, la inseguridad, la angustia y especialmente la ansiedad matemática, influyen directamente en el rendimiento académico y en la percepción que los alumnos desarrollan hacia esta área del conocimiento.
Desde mi formación en la carrera de Educación Básica, he comprendido que el aprendizaje no ocurre en un vacío emocional. En muchas ocasiones, he observado cómo algunos compañeros evitaban participar en clase o mostraban rechazo hacia las matemáticas, no por falta de capacidad, sino por experiencias emocionales negativas previas. La ansiedad matemática, definida por Ashcraft (2002) como una tensión emocional que interfiere en la manipulación numérica y la resolución de problemas, es una de las emociones más comunes y limitantes. Afecta no solo el desempeño, sino también la confianza del estudiante en sí mismo.
Tobias y Weissbrod (1980) ya señalaban que esta ansiedad puede generar un círculo vicioso: la dificultad lleva al estrés, este a la evitación y, en consecuencia, al rezago académico. A esto se suma la inseguridad que sienten muchos estudiantes al no encontrar un ambiente de apoyo donde se valore el proceso por encima del resultado final. En mi experiencia, el miedo a equivocarse frente a sus pares o a ser juzgado por no "entender rápido" genera una angustia que inhibe la participación activa y limita el desarrollo del pensamiento lógico.
Como futuros docentes, debemos tener presente que enseñar matemáticas también implica enseñar con empatía. Crear un clima emocional positivo es crucial. Esto incluye fomentar el error como parte natural del aprendizaje, ofrecer retroalimentación constructiva y personalizada, e incluir dinámicas lúdicas que reduzcan la presión y fomenten el disfrute. Actividades prácticas, el uso de materiales manipulativos, el trabajo colaborativo y la conexión de las matemáticas con la vida cotidiana son estrategias que pueden transformar la experiencia matemática en algo accesible y hasta emocionante.
Comprender cómo influyen las emociones en el aprendizaje de las matemáticas no solo nos permite ser mejores educadores, sino también acompañar de forma más humana a nuestros estudiantes. Debemos preguntarnos constantemente: ¿Estoy creando un espacio donde se sientan seguros para aprender? ¿Cómo puedo apoyar emocionalmente a mis alumnos para que enfrenten con valentía los desafíos matemáticos?
Referencias:
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Ashcraft, M. H. (2002). Math Anxiety: Personal, Educational, and Cognitive Consequences. Current Directions in Psychological Science, 11(5), 181-185.
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Tobias, S., & Weissbrod, C. (1980). Anxiety and mathematics: An update. Harvard Educational Review, 50(1), 63-70.
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Ramírez, G., Chang, H., Maloney, E. A., Levine, S. C., & Beilock, S. L. (2016). On the relationship between math anxiety and math achievement in early elementary school: The role of problem solving strategies. Journal of Experimental Child Psychology, 141, 83–100.