Estoy de acuerdo con mi compañera en su argumento a favor de pedir una disculpa del Rey Felipe VI y el Papa Francisco es convincente. Concuerdo en que, aunque no fueron responsables directos, las instituciones que representan sí lo fueron de los abusos y el daño causados durante la Conquista. Una disculpa, lejos de ser una humillación, sería un acto simbólico de arrepentimiento y humanidad

Esta acción podría apaciguar resentimientos históricos y establecer un fundamento para una relación entre ambos países que sea más justa y digna. Admitir el dolor sufrido anteriormente, como la anulación de culturas, la explotación de recursos y el trato cruel, es fundamental. Asimismo, desde la perspectiva de la Iglesia, ajustaría sus actividades a los principios de respeto y empatía que promueve. Una disculpa formal no alteraría lo que ya ha sucedido, pero rendiría homenaje a las víctimas y facilitaría el desarrollo de un futuro de diálogo y colaboración sin las pesadas cargas del pasado