Al haber observado los siguientes videos y analizado los artículos 9 y 10, puedo afirmar que estos nos invitan a promover el respeto hacia las personas migrantes, no como una opción, sino como un principio ético y social fundamental. Migrar implica dejar atrás el hogar, la familia y las costumbres, enfrentándose a un entorno muchas veces desconocido y hostil. Nos debemos cuestionar: ¿nos gustaría ser discriminados si nos tocara migrar? La respuesta es evidente: no. Por ello, fomentar la inclusión es una muestra de humanidad. Las personas extranjeras no siempre conocen nuestras tradiciones ni dominan el idioma, y es injusto excluirlas por ello. Si bien algunos migrantes pueden cometer errores, no se debe generalizar ni condenar a todos por igual. Tal como se les reconocen derechos, también es justo exigirles el cumplimiento de sus deberes, en pro de una convivencia armónica.
Así mismo, en el artículo 11 es esencial valorar y respetar a nuestros hermanos indígenas. Muchos enfrentan dificultades para comunicarse en español, lo que a menudo los convierte en blanco de burlas o indiferencia. Sin embargo, esta barrera lingüística no justifica la discriminación. Al contrario, debemos ser empáticos, brindarles ayuda, especialmente en trámites públicos, y reconocer su derecho a conservar su lengua y cosmovisión. Ser una sociedad intercultural implica aceptar y valorar la diversidad, no imponer una uniformidad cultural.
Por otro lado, en el artículo 12 la relación del ser humano con la naturaleza también refleja el grado de responsabilidad social. El cuidado del agua, por ejemplo, va más allá de simples recomendaciones: es un deber ciudadano. No dejar el grifo abierto al cepillarnos los dientes o usar cubetas al lavar el carro son acciones cotidianas que reflejan conciencia. En las zonas urbanas el agua suele estar disponible, pero en sectores rurales su acceso es limitado. Este contraste nos obliga a reflexionar y actuar con mayor responsabilidad. Como jóvenes, debemos no solo aplicar buenas prácticas, sino también sensibilizar a quienes nos rodean. En este mismo marco de responsabilidad, el uso de energías renovables y el manejo adecuado de residuos son temas prioritarios.
Otro eje de análisis en el artículo 16 nos manifiesta el acceso equitativo a la comunicación. Las personas no videntes, por ejemplo, requieren herramientas adecuadas para recibir información. La inclusión comunicacional es un derecho, no un favor. Además, los artículos 17 y 18 nos dice que toda comunicación debe garantizar transparencia y veracidad, pues en la era digital, la desinformación puede generar graves consecuencias. Es deber de todos exigir y promover una difusión responsable de contenidos.
Finalmente, en el artículo 24 se debe destacar la importancia del descanso como derecho humano. El trabajo excesivo y constante atenta contra el bienestar integral de las personas. A esto se suma los artículos 25 y 26 el cual nos habla el valor de los saberes ancestrales, que forman parte de nuestra identidad cultural. Estos conocimientos, heredados de generación en generación, deben ser admirados, protegidos y compartidos. La inclusión social se materializa cuando todos los grupos tienen participación libre y activa en los espacios comunitarios, reconociendo su valor patrimonial y cultural.