Los componentes de la CIF (Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud) constituyen la base para entender y describir de forma integral el estado de salud de una persona. Esta clasificación propuesta por la OMS se estructura en dos grandes partes: Funcionamiento y discapacidad, y Factores contextuales.
La primera parte incluye tres componentes fundamentales:
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Funciones y estructuras corporales, que se refieren a las funciones fisiológicas de los sistemas del cuerpo y a sus estructuras anatómicas. Aquí se analizan aspectos como la fuerza muscular, el equilibrio o las articulaciones.
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Actividad, que hace referencia a la ejecución de tareas o acciones por parte del individuo (como caminar, vestirse o comer).
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Participación, entendida como la implicación del individuo en situaciones vitales, como estudiar, trabajar o interactuar socialmente.
La segunda parte contempla:
4. Factores ambientales, que abarcan el entorno físico, social y actitudinal donde vive la persona (familia, infraestructura, servicios de salud, barreras o facilitadores del entorno).
5. Factores personales, como la edad, el género, las creencias, la educación y otras variables individuales que influyen en la experiencia de salud, aunque no están clasificados en códigos específicos.
Comprender estos componentes permite al fisioterapeuta realizar una valoración más completa, formular objetivos funcionales y diseñar intervenciones más efectivas. Este enfoque favorece una atención centrada en la persona y en su contexto, promoviendo una rehabilitación realista, humana y significativa.