Mi experiencia de globalización fuñe viajar a Israel fue una de las experiencias más especiales de mi vida. Desde que llegué, sentí algo diferente en el aire, sabía que estaba en un lugar lleno de historia, fe y emociones.
Uno de los momentos más impactantes fue cuando visité Jerusalén, caminar por la Ciudad Vieja fue como entrar en otro mundo. Las calles, los sonidos, los colores, las personas, todo era único. Cuando llegué al Muro de los Lamentos, me quedé unos minutos en silencio. Toqué las piedras, cerré los ojos y vivi esa experencia que solo pensaba ver desde afuera. Fue algo muy fuerte para mí, como si el corazón se llenara de paz.
También estuve en la Iglesia del Santo Sepulcro. Saber que ahí, según la tradición, fue crucificado y resucitó Jesús, significo mucho para mí. Había gente de muchos países, todos en silencio, orando. Me senté un rato, sin decir nada, solo sintiendo el momento.
Otro lugar que me encantó fue el Mar de Galilea, es tranquilo, bonito, y saber que Jesús estuvo allí lo hizo aún más especial. Subí a una barca con otras personas y compartimos un poco de lo que tiene cada uno en su pais, fué un momento muy bonito y divertido.
También fui a Belén y visité la Basílica de la Natividad, cuando entre ahí me puse a pensar en el nacimiento de Jesús,me hizo reflexionar mucho. Es un lugar humilde, pero con una energía muy especial. Después de todo eso viví otra experiencia de convivir con camellos desde los bebés hasta los más grandes, eran mansos, compré muchos recuerdos hermosos elaborados de todo tipo de material.
Israel no es solo un país, es una experiencia. Es un viaje que me enseñó mucho y me hizo sentir más conectado conmigo mismo, con la historia y con la fe.