El papel de los medios de comunicación dentro de la Comunicación Política es profundamente ambivalente: pueden ser tanto herramientas de democratización como mecanismos de manipulación. En teoría, los medios deben actuar como intermediarios entre el poder político y la ciudadanía, informando con veracidad, fiscalizando a los actores políticos y promoviendo el debate público. Sin embargo, en la práctica, muchas veces responden a intereses económicos, ideológicos o partidistas que distorsionan su rol informativo.

Un ejemplo actual es la cobertura mediática de las elecciones extraordinarias en Ecuador en abril de 2025. Durante el proceso electoral, varios medios tradicionales favorecieron de forma notoria a determinados candidatos, minimizando cuestionamientos éticos o legales sobre sus campañas, mientras amplificaban errores o escándalos de sus oponentes. Esta parcialidad fue evidente no solo en la línea editorial, sino también en la selección de fuentes, encuadres y tiempos de cobertura.

En este sentido, los medios dejaron de actuar como garantes del debate plural para convertirse en actores políticos en sí mismos, con la capacidad de construir realidades y moldear percepciones públicas. Esto compromete la autonomía del votante y pone en riesgo la calidad democrática.

Como estudiantes de Comunicación, debemos ser críticos frente a esta instrumentalización mediática del discurso político. Nuestro compromiso debe estar con la ética informativa, la verificación de hechos y la pluralidad de voces, especialmente en contextos donde la ciudadanía decide el rumbo del país.