Los medios de comunicación juegan un papel crucial dentro de la comunicación política, ya que actúan como intermediarios entre el poder político y la ciudadanía. No solo informan, sino que también interpretan, moldean percepciones y, en muchos casos, terminan influyendo en la agenda pública. Sin embargo, este rol puede ser positivo o negativo dependiendo de la ética con la que se ejerza el periodismo.
En Ecuador, un caso reciente que refleja esto es la cobertura del conflicto entre el gobierno del presidente Daniel Noboa y ciertos sectores políticos durante el llamado a consulta popular en 2024. Algunos medios, lejos de mantener una postura equilibrada, se alinearon abiertamente con intereses políticos, simplificando los temas de la consulta y dejando de lado el análisis crítico que la ciudadanía necesita para tomar decisiones informadas. Esta parcialidad mediática afectó directamente la calidad del debate democrático.
Por tanto, los medios no solo informan, también forman opinión. Si pierden independencia o se subordinan a intereses particulares, dejan de ser garantes de una democracia saludable y se convierten en actores políticos que, muchas veces, distorsionan más de lo que explican.