Los medios de comunicación son los grandes arquitectos del relato político contemporáneo. No solo informan: configuran percepciones, legitiman discursos y definen qué merece ser debatido y qué no. En la era actual, marcada por la saturación informativa y la polarización digital, su influencia en la comunicación política es más intensa y estratégica que nunca.
En esencia, los medios cumplen tres funciones clave:
-
Mediar entre el poder y la ciudadanía, traduciendo (o distorsionando) mensajes políticos para el consumo público.
-
Moldear la agenda pública, al decidir qué temas se visibilizan y cuáles quedan en la sombra.
-
Fiscalizar al poder, cuando actúan con independencia, promoviendo la rendición de cuentas y fortaleciendo la democracia.
Pero también tienen un lado oscuro: cuando caen bajo intereses económicos, partidistas o ideológicos, pueden convertirse en vehículos de manipulación, desinformación o propaganda encubierta. En esos casos, dejan de ser mediadores para transformarse en actores políticos con intereses propios.
Ejemplo :El Caso Metástasis
La cobertura del Caso Metástasis, una red de corrupción que involucró a jueces, policías y narcotraficantes, mostró cómo los medios pueden influir decisivamente en la esfera política. Medios como La Posta, Primicias y Plan V no solo difundieron información: provocaron indignación nacional, empujaron la actuación de la Fiscalía y presionaron al gobierno a tomar postura pública. Aquí, los medios no fueron espectadores, fueron protagonistas. Pero este mismo caso también mostró el riesgo: algunos medios manipularon tiempos, titulares o filtraciones para favorecer narrativas específicas, lo que generó sospechas sobre sus motivaciones reales.