Estoy convencida de que los estudiantes con necesidades específicas tienen el derecho de ingresar y formarse en cualquier institución educativa. No se trata solo de permitir su presencia física en el aula, sino de garantizar su participación plena y su aprendizaje significativo mediante la adaptación de metodologías, materiales y evaluaciones, así como la disposición de apoyos necesarios. Las instituciones deben transformarse para responder a la diversidad, promoviendo una cultura escolar que valore las diferencias como una fuente de enriquecimiento y no como una dificultad. Limitar a estos estudiantes a escuelas especializadas refuerza la exclusión y dificulta su integración en la sociedad, mientras que la inclusión en espacios comunes fomenta la empatía, el respeto y la convivencia, preparando a todos los alumnos para vivir en una sociedad más justa e igualitaria. Por ello, como futura docente, creo que nuestro reto está en prepararnos para ser agentes de cambio, capaces de construir aulas donde todos los estudiantes, sin excepción, puedan aprender, crecer y sentirse parte de un mismo proyecto educativo.