Tras ver el documental "El dilema de las redes sociales", me invadió una mezcla de sorpresa, preocupación y reflexión sobre mí mismo. Esta película nos muestra una verdad que a menudo pasamos por alto: las redes sociales, a las que recurrimos a diario sin apenas cuestionarlo, están programadas para acaparar nuestra atención cueste lo que cueste, incluso si ello supone un impacto en nuestra salud mental o influir en nuestro pensamiento.Me sorprendió mucho aprender sobre el funcionamiento de los algoritmos en estas plataformas. Antes pensaba que solo nos mostraban contenido que nos gustaba, pero en realidad están diseñados para mantenernos enganchados, creando una especie de dependencia a la pantalla.Esto no solo nos hace perder tiempo, sino que también puede afectar cómo nos sentimos, las decisiones que tomamos e incluso lo que creemos.
Además, otro aspecto que me hizo pensar fue la cuestión de la desinformación.En el documental se expone cómo las noticias falsas se difunden rápidamente en comparación con las verdaderas, ya que atraen más interacción en línea, lo cual se traduce en mayores ingresos. Este fenómeno tiene serias repercusiones en la sociedad, dado que muchas personas acaban creyendo información falsa, lo que contribuye a la polarización, la desconfianza y el resentimiento.Me impactó mucho ver que en el documental los expertos entrevistados son precisamente aquellos que desarrollaron estas tecnologías. Ahora son ellos mismos quienes alertan sobre los riesgos involucrados.Esto pone de manifiesto que no solo los usuarios son responsables, sino que también las grandes empresas priorizan las ganancias antes que el bienestar de la sociedad. Para mí, este documental me llevó a reflexionar sobre mis propias costumbres.A menudo me doy cuenta de que cojo el teléfono sin razón, simplemente por costumbre. Creo que es crucial ser más conscientes al usar las redes sociales, establecer límites y tomarnos descansos de vez en cuando.No es cuestión de abandonar la tecnología, sino de emplearla de manera responsable.