El currículo representa la base orientadora del proceso educativo, ya que establece qué enseñar, para qué hacerlo y con qué propósito, integrando conocimientos, habilidades, actitudes y valores. Es una propuesta formativa que busca responder a las demandas del entorno y al perfil del estudiante que se desea formar.
El diseño curricular, por su parte, implica la construcción sistemática de ese currículo. Se trata de una labor técnico-pedagógica que organiza los elementos curriculares de forma lógica y coherente, permitiendo su adaptación a distintos niveles educativos y contextos culturales. Supone decisiones clave sobre enfoques pedagógicos, secuencias de aprendizaje y criterios de evaluación.
La planificación curricular, finalmente, es la concreción del currículo en la práctica docente. A través de ella, el educador traduce las intenciones formativas en experiencias de aprendizaje concretas, tomando en cuenta el grupo específico con el que trabaja. Es una herramienta flexible que permite anticipar, organizar y evaluar el proceso de enseñanza-aprendizaje de manera reflexiva.