La educación tanto en el campo como en la ciudad es el espacio básico de la sociedad. Sin embargo, la realidad que enfrentan los estudiantes en estos dos entornos es significativamente diferente, lo que inevitablemente influye en sus oportunidades y cursos de capacitación. Las áreas urbanas generalmente tienen mayores concentraciones de recursos, mejor infraestructura, acceso a la tecnología y la diversidad de las instituciones educativas. Se puede traducir a una oferta académica más amplia y especializada, así como las mayores oportunidades para la interacción social y cultural entre los estudiantes de diferente origen. Sin embargo, las clases de masas y la competencia pueden conducir a desafíos en la atención individualizada y el aprendizaje en la enseñanza personal.
También podemos decir que la educación en esta área a menudo se caracteriza por escuelas más pequeñas, un vínculo más cercano entre la comunidad educativa y el entorno local, y en algunos casos hay mucha educación. Si bien esto puede contribuir a la sensación de sufrimiento y cooperación, también puede incluir restricciones de recursos, acceso a especialistas y oportunidades de interacción con diferentes perspectivas. La falta de conexión y distribución geográfica puede ser obstáculos importantes para el acceso a la información y la tecnología, y los elementos siempre decisivos del mundo moderno. La superación de estas diferencias requiere un deber continuo de la política pública para garantizar el capital educativo, que reconoce y responde a las necesidades específicas de cada contexto, evaluando las fuerzas relacionadas con cada una y trabajando para reducir sus problemas específicos.